Las dos posturas fundamentales que me he encontrado en el tema de la custodia de los hijos son, por parte de una gran cantidad de masculinistas, aquella que exige la custodia compartida automática; y por parte de muchas feministas, la de la custodia compartida pero no automática. La diferencia de la segunda con respecto a la primera es que se exigirían una serie de criterios y responsabilidad para que la custodia sea de ambos progenitores y no sólo (o no mayoritariamente) de uno de ellos, y no se presupone, como a veces se pretende, que si los hijos denuncian malos tratos o abusos sexuales por parte de uno de los progenitores (generalmente del padre) es por un Síndrome de Alienación Parental.
Si bien el sistema actual favorece por defecto a la mujer en la custodia de los hijos, presuponiendo que la madre cuidará mejor a los niños que el padre, muchas feministas no consideran que la solución sea la aplicación de la custodia compartida automática en caso de que ambos progenitores cumplan unos "requisitos mínimos" (que ninguno sea maltratador, violador, etc) pues la paridad en el cuidado de los hijos está lejos de ser una realidad: que yo conozca, no hay ninguna estadística de ningún país en que las horas de cuidado por parte de los padres sean iguales a las de las madres (a exepción de la tribu centroafricana de los pigmeos aka y, en Occidente, Suecia es lo más cercano) sino que suele haber una diferencia del doble si no más y son las mujeres las que fundamentalmente sacrifican su vida profesional, académica y personal para volcarse en sus hijos, pues además es sobre ellas sobre quienes se concentra toda la presión social de ser una buena madre. Es por ello que se considera que, dada la sociedad en la que vivimos, en la mayoría de los casos la custodia habría de favorecer a la madre por una cuestión de mérito (cuando así sea).
Todas estas consideraciones me parecerían estupendas si habláramos de propiedades, pero no de personas ¿o es que a nadie se le ha pasado por la cabeza que los hijos pueden tener algo que decir al respecto?
Desde la imposición de una vida que nadie ha pedido en unas circunstancias que nadie ha elegido, los padres tienen potestad para decidir prácticamente todo en la vida de sus hijos, y lo que no tienen poder de imponerle sus padres se lo impone el Estado. Los padres (sobretodo la madre) pueden decidir “tener” o no “tener” un hijo, pero ¿alguien se ha preguntado si los hijos quieren/querrán “tener” esos padres? ¿A alguien le preocupa cómo se siente el hijo con respecto a los padres y la vida que éstos le dan si no les propician palizas (porque “por un cachete no pasa nada” y “una bofetada a tiempo arregla muchas cosas”, claro) o abusan sexualmente de ellos? No sólo no preocupa a la gran mayoría de la población sino que a menudo esta reivindicación es ridiculizada y tachada de desagradecida: “encima que vives a su costa te atreves a quejarte”, “ellos te han dado la vida” o “con todo lo que han hecho por ti” son algunas de las quejas que suelen aducirse. Como ya he argumentado en otras entradas, nadie debe nada por sufrir una imposición (nacer), independientemente de que luego la disfrutes. Nadie debe nada a sus padres porque éstos los hayan cuidado, pues fueron ellos quienes decidieron traer a una persona al mundo sabiendo que iba a tener necesidades.
“Custodia compartida sí” o “custodia compartida no”, por muy en pro de la igualdad de sexo que pueda ser o no, supone tratar a los niños y adolescentes como meras propiedades sin voz ni capacidad de decisión, obligados a vivir primero la vida que le imponen sus padres y después la que un juez decide que es mejor para él/ella, nuevamente bajo la tutela de uno o ambos progenitores durante los periodos que el juez elija. A nadie le importa si la madre maltrata psicológicamente al niño comparándolo constantemente con otros, porque eso no deja marca; a nadie le importa si el padre sólo le deja salir de casa un día a la semana a los sitios donde el padre decide, obligándole el resto de la semana a acudir a actividades extraescolares que detesta y/o estudiar sin descanso durante horas para sacar las mejores notas; a nadie le importa si el niño se siente totalmente incomprendido por sus padres y no quiere vivir con ninguno de los dos. A nadie le importan, en definitiva, los deseos, sentimientos u opiniones de las propiedades con respecto a sus propietarios.
En conclusión, lo que yo considero la mejor opción en los casos de divorcio es el preguntar directamente al niño o niña (siempre que tenga capacidad de decisión) con qué progenitor quiere convivir y durante qué períodos, si es que quiere convivir con alguno de ellos o con ambos, teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra y permitiéndole hablar con un psicólogo infantil que pueda ayudarlo (que no coaccionarlo) a decidir qué decisión tomar y por qué. Y también creo que debería poder visitar a ese u otro especialista cada cierto tiempo en caso de que quisiese rectificar su decisión. Ya que los hijos no pueden escoger a sus padres, el mínimo derecho que creo que merecen es el poder decidir si prefieren ser tutelados por uno, ambos o ninguno.