El racismo y sexismo son dos de las pocas discriminaciones políticamente incorrectas en nuestra sociedad: poca gente admite defenderlas (lo cual no implica que no sean ampliamente comunes en formas más o menos sutiles). Sin embargo existen otras tantas “bien vistas” a las que la gente no duda en aferrarse, como es el caso de la gordofobia.
El culto a la delgadez ejerce una importante presión sobre aquellos que no encajan con los cánones estéticos, especialmente en mujeres. Las personas con sobrepeso (o así consideradas) son objeto de constantes burlas, críticas y humillaciones. Pocas veces se sale en su defensa y, las pocas que ésta se da desde el anonimato, es bastante común que la respuesta del agresor sea un “seguro que tú también estás gordx”. ¿Hace falta ser negro para estar en contra del racismo? ¿Hay que ser mujer para ser feminista? Por otra parte, la propia observación sobreentiende la supuesta gordura de la otra persona como algo ofensivo, además de pretender, falazmente, desechar la validez de sus argumentos por el simple hecho de que el defensor pueda pertenecer al grupo atacado.
Más común que atacar a un gordo “por la cara” es hacerlo amparándose en algo hecho o dicho considerado reprobable o ridículo: si un delgado es mala persona o hace el ridículo en un video recibirá insultos por ser mala persona o ridículo. Si un gordo hace cualquier cosa reprobable abre la veda para poder ser atacado legítimamente por su sobrepeso (aunque lo que haya hecho o dicho no tenga absolutamente nada que ver). Si encima hace algo que los demás puedan considerar que lo pone en ridículo, por el mero hecho de ser gordo habrá hecho doblemente el ridículo y las críticas serán mucho más numerosas y crueles (basta ver cualquier video de youtube protagonizado por un gordo que haga o diga cualquier tontería que lo deje en evidencia –o que así pueda ser considerado por algunos).
Cabe apuntar también que esta discriminación no se da sólo en un plano social, sino también laboral. A menudo personas tan o más preparadas que otras aceptadas para un puesto son rechazadas por causa de su sobrepeso, especialmente en trabajos de cara al público (y especialmente mujeres). Sin embargo esto no es considerado ilegítimo, como sí lo sería rechazar a alguien por su raza o por ser mujer: se da por hecho que una persona con sobrepeso es rechazable por no dar una “buena imagen” de cara al público.
Por otra parte, a la gente gorda les son negadas dimensiones vitales y facetas para encajarlos dentro de un estereotipo de bufón eunuco que entretenga y no desagrade a la “sociedad delgada” que tiene que soportar su “falta de estética”: han de esconder su sexualidad, pues ésta le resulta obscena y ofensiva al grueso de la población; se da por hecho que sus cuerpos son asquerosos y antieróticos sin tener en cuenta preferencias alternativas: cualquier escena de unx gordx en actitud erótica o seductora sólo será utilizada en los medios audiovisuales para mofarse de su ingenuidad al pretender disfrutar de su sexualidad como puede hacerlo “la gente normal”. En cine y televisión, además, la presencia de éstos es bastante reducida, limitándose a papeles secundarios y ridículos: escasísimas veces una persona con sobrepeso es el héroe (y menos aún heroína) de una película. Pocas veces llegan al final en películas de acción/terror y mayoritariamente responden al estereotipo de torpe, tonto, cobarde y friki/graciosillo en cualquier género.
¿En qué se basa la gente para justificar esta discriminación tan cruda? Generalmente la legitimidad de la segregación se da por hecho sin necesidad de justificarlo, pero cuando se pide una explicación es común recurrir a la salud. Las críticas pretenden ampararse en el daño físico que a la persona pueda causar el sobrepeso, daño que la persona se causa “porque quiere”, ya sea por pereza y/o avaricia a la hora de comer. En primer lugar, esa explicación del sobrepeso me parece aventurada y poco comprensiva: en muchos casos éste es consecuencia de problemas de ansiedad, así como también puede ser causado por problemas de tiroides, medicación o diferencias metabólicas (hay mucha gente delgada y no especialmente activa que come más y/o peor que otros tantos con un peso proporcional mucho mayor). En segundo lugar, siendo o no como lo pintan, ¿y qué? ¿Qué importa el daño que se hagan los demás a su salud por voluntad propia mientras no afecte a terceros? ¿Cómo puede eso justificar tal discriminación? Gran cantidad de personas tiene hábitos tan o más dañinos para su salud y no sufre discriminación alguna por ello, como fumar, comer muchos fritos o grasas saturadas, basar su alimentación en productos de origen animal, emborracharse a menudo, etc.: una vez más, los argumentos a favor de la segregación son falaces e hipócritas, y en vez de reprobar a los agresores e instarlos a ser respetuosos con los demás se anima a los agredidos a cambiar su aspecto para evitar la marginación, alabándolos con cumplidos cuando han conseguido al fin “integrarse” en la delgadez.
PD: para quien quiera más, os enlazo esta breve y lúcida crítica en video.