Aprovecho, por su actualidad en España, para tratar el tema del aborto que, supongo, no está exento de polémicas, sobretodo por oponerme no sólo a los pro-vida sino a muchas pro-elección, dadas las campañas que se erigen desde ambas posiciones.
Para empezar no parece haber mucho entendimiento en la discusión, como en el debate taurinos-antitaurinos en que los defensores de la práctica alegan, ante la crítica acerca del sufrimiento del toro, que quien no quiera no vaya a verlo. Los detractores del aborto arguyen que éste es un asesinato de un ser con derecho a la vida, mientras que los defensores contraatacan demasiado frecuentemente con un “es mi cuerpo y hago con él lo que me da la gana”. El argumento de que las mujeres deciden porque son las que tienen el útero me resulta bastante confuso: en primer lugar no hace más que reforzar la idea de que el feminismo es cosa sólo de mujeres, pues ignora la opinión de los hombres por no compartir sus genitales (cuando muchos hombres son pro-elección, al igual que los propios de un país pueden ser antixenófobos con los inmigrantes); en segundo lugar, incluso excluyendo la opinión de los hombres nos encontramos con que muchas mujeres son anti-abortistas, no sólo en relación a lo que decidirían ellas mismas sino a lo que legislarían. Ellas no lo consideran una cuestión personal sino un conflicto ético para con otro individuo: el feto. Y es que la cuestión no es que sea o no el cuerpo de nadie, sino si en el conflicto de intereses entre el feto y la mujer tiene mayor peso el de ella, o si no existe siquiera tal conflicto.
En primer lugar habría que definir qué es o no es una persona (desde el punto de vista psicológico) y, consecuentemente, si el embrión-feto es o no es una persona. La definición más fácil es contestar que una persona es un ser humano, pero esta definición es errónea, antropocéntrica y no nos soluciona gran cosa. Siendo precisos, persona hace referencia a un individuo con personalidad propia, diferenciado del resto por su consciencia individual. Esta consciencia implica que el medio no le es indiferente, es decir, que puede experimentar experiencias que le serán beneficiosas o perjudiciales, en función de las cuales generará unos intereses. De acuerdo con esto: 1) No todo ser humano es una persona, pues los individuos con muerte cerebral o difuntos, por ejemplo, pertenecen a la especie humana, pero ya no tienen consciencia 2) No sólo los seres humanos pueden ser personas, sino también todo animal no humano con consciencia propia (mamíferos, aves, reptiles, etc).
Y siguiendo este mismo punto ¿Sólo las personas merecen consideración ética? Desde mi punto de vista claramente sí, pues sólo alguien que pueda generar intereses tiene unos intereses a tener o no en cuenta: una planta, un muerto o una bacteria no tiene un centro psicológico (o ya no activo, en el caso del muerto) con el que generar intereses, por lo que no hay interés suyo alguno que podamos respetar.
Una vez aclarado esto, la pregunta sería si el embrión-feto es o no una persona, y por tanto si es o no alguien a tener en cuenta: de acuerdo con los actuales conocimientos neurobiológicos el feto no puede ser considerado una persona hasta el tercer trimestre del embarazo. Sólo a partir de la semana 24 podría experimentar dolor y, por otra parte, se considera altamente probable que en el interior del útero el feto no se encuentre en un estado de vigilia sino que, por el ambiente químico en el que se halla, se mantendría en un estado de inconsciencia como de sueño o sedación (fuente).
De acuerdo con esto, ante la situación de una mujer que decidiera abortar no habría conflicto de intereses alguno al menos hasta el sexto mes, pues el embrión-feto no es todavía un ser sintiente-consciente y, como tal, no tiene interés alguno que se pueda ver violado con la decisión de la mujer.
Por supuesto, alguien puede intentar rebatirme esto con otros estudios de “evidencias científicas que prueban que” el feto-embrión sí es consciente desde el principio y puede experimentar experiencias dentro del útero. Quien tenga tal información que la aporte sin problemas, estoy abierta al debate. Sin embargo, hasta ahora no he encontrado nada sobre esto realmente fiable, sino más bien falacias que asimilan la influencia de los estímulos externos en el desarrollo del feto a una respuesta consciente por parte de éste. No soy ninguna experta en biología ni mucho menos, pero creo que esa “respuesta” del feto es comparable a la “respuesta” de un geranio cuando le pones música: todo organismo vivo se ve afectado por el entorno en que se encuentra, con el que necesita relacionarse de alguna forma para mantener esa vida. Por ello, las plantas pueden reaccionar químicamente a las vibraciones de la música al igual que lo hacen al agua o al sol con la fotosíntesis o el fototropismo, lo cual por supuesto afecta a su desarrollo pero, no obstante, ello no implica que las plantas puedan ser conscientes de esos procesos, que puedan desear o rechazar nada. Del mismo modo, el desarrollo de un feto puede verse afectado por los ruidos externos que puedan llegar hasta el útero, la actividad de la madre o la comida que digiera, pero ello no implica que pueda ser consciente de todo eso, que tenga consciencia alguna que le permita percibir como sujeto y verse afectado positiva o negativamente por esas percepciones. En cualquier caso, creo que el debate giraría en torno a a partir de qué mes el feto podría empezar a sentir (y, por tanto, hasta que mes la mujer podría abortar sin ir contra sus intereses), no a que el mismo cigoto ya tenga o no capacidad de hacerlo.
Otro argumento recurrente es que el cigoto, embrión o feto es una persona en potencia, e impedir este desarrollo es como matar a la persona (o algo por el estilo). Poco tengo que decir al respecto, porque no le veo mucho sentido a tal afirmación: ¿por qué deben protegerse los cigotos-embriones-fetos como personas en potencia y no los óvulos o espermatozoides? No creo que el hecho de que un cigoto ya sea la unión de ambos y por tanto un inicio (que no EL inicio) del proceso de formación sea realmente algo relevante, pues ese cigoto no es autónomo: el cigoto no crece por sí mismo hasta convertirse en persona, sino que además de la unión de un óvulo y un espermatozoide se necesitan una serie de circunstancias favorables y nutrientes en el útero materno para que continúe así, que es responsabilidad de la mujer aportar o no. Siguiendo ese mismo razonamiento, cada vez que una mujer menstrúa sería responsable por no haber copulado sin protección con hombres fértiles de haber frenado un proceso de crecimiento de una persona que ya se había iniciado en su útero con los aumentos de las hormonas pertinentes, la maduración del óvulo y la preparación del endometrio para la implantación del óvulo fecundado.
A modo de paréntesis, decir también que con todo lo anteriormente explicado estoy argumentando también el por qué una postura pro-abortista no sería incompatible con una filosofía de vida vegana y, por tanto, respaldar ambas cosas no es hipócrita: el veganismo implica la consideración ética de todos los individuos con capacidad para sufrir y disfrutar. Supone un respeto por los sujetos con intereses, no por la vida en sí ni tampoco por la vida en potencia.
Adyacentemente a esta postura de base antiabortista se encuentra la de aquellos que aceptan o toleran el aborto sólo en dos supuestos: en caso de violación y en caso de malformaciones o disfunciones intelectuales en el feto.
El primer caso pone en evidencia que para estos antiabortistas lo que realmente les importa no es el embrión-feto, sino el control del cuerpo de la mujer. En tanto que se culpabiliza a la mujer por tener relaciones sexuales sólo se le permite a ésta no sufrir su “castigo” si estas relaciones fueron contra su voluntad: si has mantenido relaciones sexuales consentidas te jodes y aguantas las consecuencias; si no fueron consentidas, te dejamos librarte de esas consecuencias ¿Cómo se entiende de otra forma que el indefenso embrión-feto cuyo derecho a la vida tanto se preocupan por defender pase ahora a poder ser legítimamente asesinado sólo porque su madre ha sufrido una agresión? ¿Qué culpa tendría ese embrión-feto de que esa mujer sea violada? Por ello, o bien la cuestión es la culpabilización y control del cuerpo de la mujer, o bien una especie de ley de Talión desfocalizada, algo así como un “como te han roto las piernas te dejamos que mates a tu hija de 11 meses, porque que te rompan las piernas es una putada, así que se te permite desahogarte con otro”, lo cual es más absurdo todavía, por lo que me inclino a concebirlo como la primera opción.
El segundo supuesto muestra también su hipocresía, al menos en la mayoría de los casos. Si partimos de la base de que los embriones o fetos humanos son (para ellos) individuos con el mismo valor moral que los ya nacidos, y se acepta el abortar a esos embriones o fetos en caso de malformaciones o disfunciones intelectuales, esto trae como consecuencia inevitablemente que esas personas están a favor de asesinar legítimamente a cualquier individuo con disfunciones intelectuales o malformaciones (ya nacido, vaya). Y lo que es más, no sólo se debería aceptar esta muerte de forma eutanásica tras preguntarle a los individuos en cuestión si la desean, sino que darles muerte sería legítimo con o sin su consentimiento, pues al fin y al cabo al embrión-feto nadie le pide consentimiento, sino que se decide por él qué es lo mejor. Quien estuviera a favor de esta eugenesia radical no pecaría de contradicción alguna al aceptar el supuesto de malformaciones o disfunciones como legítimo para provocar un aborto; no obstante, para la mayoría de los individuos -que no estarían a favor de esta medida- , se hace evidente que la consideración moral que se tiene por el embrión-feto no es la misma que por el individuo ya nacido, y por tanto no consideran a los embriones-fetos plenos seres humanos que haya que respetar, al igual que los pro-elección.