lunes, 17 de febrero de 2014

El deber de dar la vida

Si bien ya he dejado clara mi opinión al respecto del aborto en otra entrada del blog, retomaré el tema sin volver a explicar lo ya dicho, para plantear un ejercicio de reflexión. Pongamos por caso los siguientes ejemplos: 

Ejemplo1: Luis es un médico privado de clase media-alta con capacidad y medios para curar afecciones que ningún otro es capaz, como en el caso de la enfermedad mortal de Elena. Sin embargo, Elena no tiene dinero suficiente como para pagar el tratamiento que ofrece Luis. 

Ejemplo 2: Laura es una senderista que paseaba por el monte mientras Juan practicaba tiro disparando a unas latas. Por error alcanzó a Laura con una bala malhiriéndola en sus riñones. Ahora necesita urgentemente que le donen uno para seguir viviendo y no hay ninguno disponible para ella.

Ejemplo3: Silvia cruzó sin mirar por el medio de la carretera, justo por delante de María. María, para esquivarla, dio un giro tan cerrado que volcó su coche y quedó muy malherida. Ahora necesita a alguien a su cargo las 24h del día, por el resto de su vida.* 

En los tres casos, o bien la persona mencionada es la única capaz de salvarle la vida a la otra (Luis, con su tratamiento) o bien un despiste o error de cálculo de Juan y Silvia provocaron a otros una situación de dependencia extrema: la necesidad de un riñón o unos cuidados para poder seguir viviendo. En los tres casos, aportar esas tres cosas no provocaría la muerte de Luis, Juan ni Silvia, aunque sí podría cambiar o reducir un poco o muchísimo su vida, libertad y economía. En ninguno de los tres casos se obliga por ley a Luis, Juan ni Silvia a aportar ninguna de esas tres cosas a quienes han quedado en esa situación por su imprudencia o a quienes sólo ellos pueden salvar, sino si acaso, en los dos últimos casos, a ofrecer una indemnización por los daños (que puede no llegarles o no servirles de nada para poder salvar su vida). La mayoría de la gente, de hecho, consideraría abusivo o injusto que desde el gobierno se obligase a Luis a endeudarse o invertir una gran cantidad de su dinero en el tratamiento de alguien que no conoce de nada; o que se le quitase a Juan un riñón por su error o condenase a Silvia a cuidar a María el resto de su vida. 

Sin embargo pongamos ahora el caso de Raquel, que se quedó embarazada por un fallo en los métodos anticonceptivos. 

Sucede que en este y sólo en este tipo de caso, Raquel sí está obligada por ley (en España y otros países) a poner su cuerpo, su salud, su dinero y su libertad al servicio de otro individuo (que yo no considero tal hasta como mínimo el segundo trimestre, pero eso ya lo he tratado aquí) por haber hecho algo sobre lo cual existía una remota posibilidad de que, por error, provocara una concepción. Una posibilidad que, en el caso de métodos como, por ejemplo, el preservativo, la píldora o el DIU, es seguramente mucho más remota que la posibilidad de atropellar a alguien cuando cogemos el coche o la posibilidad de disparar a alguien si nos ponemos a practicar tiro en el monte, sin embargo ¿se consideraría moralmente culpable y un asesino a quien por error atropellase a un peatón o disparase a alguien practicando tiro, ya que sabía que existía una remota posibilidad de que eso pudiese pasar y aún así realizó esa actividad? Si la respuesta es positiva, para ser coherentes, no deberíamos hacer prácticamente nada, pues siempre existe una remota posibilidad de provocar algún mal, por el cual seríamos irremediablemente culpables y deberíamos pagar. Si la respuesta es negativa ¿por qué, entonces, una mujer que haya mantenido relaciones sexuales consentidas es culpable si se queda embarazada y debe “hacerse responsable” de las “consecuencias de sus actos”, en tanto sabía que existía esa remota posibilidad? 

Luis no tiene porqué tratar ni reducir su nivel de vida para tratar a una persona que no conoce de nada, aunque la vida de ésta dependa de ello. Juan no está obligado a someterse a una operación tan invasiva por un pequeño error, nadie le obligará a poner su cuerpo a disposición de nadie. María no tiene ninguna obligación de cambiar por completo su vida y pasar a centrarla en Silvia por un despiste. Para Raquel no hay errores, despistes ni “es un desconocido” que valgan ¿El caso es distinto en ella porque no es una omisión de un acto la que provoca la muerte, sino que ella misma provoca una muerte? No, tampoco esto cambia nada. Si los cigotos pudieran sobrevivir fuera del útero de una mujer y ella se negase a que el proceso continuase de esa forma, quizás podría hacerse esa crítica. Pero la cuestión es que lo que ella quiere no es matar a nadie, sino no someter su útero, su cuerpo, su salud, su vida, su dinero, su libertad… a la vida de nadie (no olvidemos que un embarazo –ya sin contar la crianza posterior- afecta a todas estas cosas) ¿Que como consecuencia de querer echar a alguien de tu cuerpo éste muere? Sí. Pero no es una consecuencia pretendida, sino prevista (si es que sois deontologistas a la caza de un culpable), al igual que en el caso de Luis, Juan y Silvia (¿o es que acaso lo que ellos buscan es que muera Elena, Laura o María?).

Pero sobre esto, como guiño al argumento de Judith Thomson, podríamos aún hacer más analogías: si un día te levantas cosido a un desconocido cual hermano siamés, y la separación de éste implicaría su muerte ¿considerarías que es tu deber permanecer cosido a esa persona? Si unas personas te secuestran y la única forma de liberarte es matarlos (o pidiéndole a otro que los maten) ¿también considerarías que es tu deber no hacerlo, porque matar está mal? Si una persona intenta violarte y, también, la única manera que tienes de librarte es matándolo, o dándole permiso a un policía para que lo mate ¿tampoco lo considerarías justificado? Si estos últimos dos ejemplos te parecen distintos por el tema de la culpa que tendrían tus agresores, supón que tienen enfermedades mentales que les impiden ser conscientes de lo que hacen o el daño que causan, pero, a pesar de ser tan inocentes como el cigoto que Raquel lleva en su útero, causan también tanto daño como el que podría causarle a Raquel el cigoto que lleva en su útero. En todas estas y otras situaciones similares que puedas imaginar, ¿es tu deber no causar la muerte bajo ninguna circunstancia, independientemente de las consecuencias que pueda causar para tu vida, integridad física o psicológica? Si es así, ¡felicidades! Eres un/a santo/a. Sin embargo, la mayoría de las mujeres no queremos ser beatificadas, por lo que si quieres salvar la vida de cigotos inocentes, te aconsejo que vayas a las clínicas abortivas a pedir que te los implanten a ti misma en el útero (o en los testículos).


*He tratado de poner ejemplos sencillos para no alargar mucho la entrada ni centrarla en enrevesadas analogías, pero es probable que por su extrema simplicidad no sean los más adecuados y se le puedan poner muchas pegas. No obstante, pueden pensarse decenas de ejemplos más complejos y bien atados, porque la idea que quería transmitir no varía: nunca se obliga a nadie a que dé tanto por otro (salud, integridad física y psíquica, libertad, dinero...) por un "error", y menos por un "desconocido" (sí, al cigoto recién implantado no lo conoces de nada y nunca has querido conocerlo, cuando el embarazo es indeseado), como a una mujer embarazada a la que se le impide abortar.