Existe cierto sector del feminismo (minoritario, yo creo) que se empeña en negar la transexualidad (y algunos hasta la repudian). Muchas críticas ha generado el artículo de Píkara acerca de El sexo sentido, polémica que nos presenta esta “confusión”* bastante común, estos principios mantenidos por algunas contra viento y marea.
Sucede que, a menudo, en nuestro afán por lograr un mundo igualitario podemos acabar tendiendo a deconstruirlo todo bajo el prisma cultural, pretendiendo abarcar más de lo que esa amplia dimensión puede dar de sí. En el caso de este rechazo a la transexualidad la identidad sexual es negada en pos de una igualdad homogeneizante: todo es género, todo es construcción social; nadie sentiría disforia de género si no nos hubiesen metido en la cabeza que un determinado carácter corresponde a una determinada anatomía, si nos aceptasen y tratasen en función de cómo nos identificamos independientemente de cómo sea nuestro cuerpo.
Sin embargo, por lo poco que conozco del tema veo esta postura un tanto paternalista. Incluso conociendo al dedillo la teoría queer, incluso teniendo el respeto y apoyo de todos sus allegados, incluso siendo visibilizados como el género con el que se identifican, muchxs transexuales necesitan, para sí mismxs y no para los demás, cambiar su cuerpo para adaptarlo a aquél con el que se identifican (pues nuestra identidad no está sólo en nuestros pensamientos abstractos e inmateriales); y esta identificación llega tan lejos y tan hondo en el subconsciente que muchas veces está ahí desde siempre y para siempre en cómo se imaginan, se sienten, se ven en sueños. Su identidad sexual es tan real y tan fuerte que se sobrepone a todos los límites y obstáculos que la sociedad les impone: pese a ser educados como el género-sexo opuesto, pese a que la transición les supondrá discriminación, repudio y exclusión social, pese a que en muchos casos o bien por apertura mental voluntaria o por necesidad su círculo les habría aceptado como “mujeres masculinas”, “hombres femeninos”, queers, etc (o al menos más que como transexuales), ellxs siguen necesitando modificar su cuerpo para sentirse en paz consigo mismxs. Por ello creo que, paradójicamente para muchxs, los hombres y mujeres trans son “más hombres” y “más mujeres” que muchos hombres y mujeres teóricamente cisexuales**, pues estos últimos nunca se han visto en la tesitura de tener que poner a prueba su identidad sexual con todo en su contra: seguramente muchos hombres y mujeres cis tengan una identidad sexual y/o de género mucho menos marcada, de forma que de haber sido educadxs como el género opuesto o haber nacido en un cuerpo diferente se habrían adaptado mejor y quizás sentirían menos disforia.
Por otra parte, hay una especie de miedo a que la aceptación de la transexualidad suponga una baza a favor del esencialismo (y el sexismo que lo acompaña). Aunque puedo entender ese recelo pienso que, en primer lugar, no podemos pretender negar una realidad porque no coincida con nuestro ideal, pues no podremos lograr progresos si pretendemos avanzar con los ojos cerrados, aferrados a utopías que ignoran los hechos; y en segundo lugar, no hay por qué interpretar la transexualidad como una excepción que confirme y sustente la regla del género, como una justificación a la discriminación sexista y la naturalización de los roles sociales; sino que es, más bien, un ejemplo más dentro del amplísimo espectro de la diversidad sexual y de género que nos confirma que no debemos prejuzgar ni educar a nadie en función de una apariencia o unos genitales. Y más aún: aun en el caso de que finalmente se probase que la tendencia general es que los hombres y las mujeres sean por biología en determinados aspectos como marca su rol de género, eso tampoco justificaría el sexismo, pues la naturaleza no es el destino. Si, por ejemplo, los hombres fueran por naturaleza más violentos que las mujeres, eso no debería conducir a justificar la violencia masculina, sino a prevenirla tratando de reconducirla y reducirla al mínimo mediante la educación, igual que modificamos, reprimimos y reorientamos nuestra “naturaleza” e “instintos naturales” de infinitas formas para hacernos la vida y la convivencia más feliz y satisfactoria para todos.
*Entre transgénero y transexual. Más información aquí.
**Cisexual: personas cuya identidad de género y sexo biológico concuerdan con lo que les fue socialmente asignado (es decir, las no trans).