viernes, 27 de diciembre de 2013

Nazis de la gramática

En el mundo anglosajón se conoce como grammar nazis a los “guardianes de la lengua” que se dedican a censurar a todo aquél que se salga de las normas estipuladas por los eruditos del lenguaje. Aunque a veces pueda usarse, cayendo en el mismo error, hacia aquéllos que deciden escribir respetando escrupulosamente la normativa en todos los contextos comunicativos (incluyendo sms, chats, etc), en general refiere a la actitud arrogante de quienes corrigen y critican a los demás cada vez que no utilizan una gramática que consideran adecuada. 

Por supuesto, no meto toda “corrección” en el mismo saco, pues como en todo puede haber diferentes grados e intenciones. Por ejemplo, si un amigo viste de una forma que te parece poco favorecedora, no me parecería ninguna falta de respeto que le hicieras puntualmente alguna sugerencia o comentario constructivo, sin creerte por ello que tu criterio estético es más válido que el suyo. Pero lo irrespetuoso, a mis ojos, es criticar su vestimenta desacreditando su criterio por salirse de la norma, humillarlo o burlarte de él por no seguir la moda o normas estéticas del momento, o insistir en unas críticas a su imagen pese a haberte pedido que dejes de hacerlas. Análogamente, veo normal que le puedas sugerir a alguien la forma normativa de escribir algo, por si acaso su intención es seguir esa norma y por tanto ha cometido un error de acuerdo a sus pretensiones, pero no insistir si ha dejado claro que no le interesa seguir la ortografía normativa. Asimismo, pedir una “ortografía de mínimos” en determinadas comunidades virtuales como foros de debate lo veo pertinente para posibilitar una comunicación óptima, pero más como una petición que como una exigencia, pues la intención comunicativa no es algo que en la mayoría de los casos puedas evaluar de acuerdo a su ortografía y estilo narrativo (a algunos puede costarles mucho escribir de una forma “no caótica” a ojos de la mayoría mientras que a otros les saldría espontáneamente un discurso ameno y ordenado para los demás). 


Aunque en sí esta actitud quisquillosa y de acecho me genera rechazo, me lo genera más aún la forma en que a menudo es utilizada: como contraargumento. Cuando alguien opina algo con lo que otra persona está en desacuerdo, es común atacar a su ortografía en vez de a sus argumentos. Esto no es más que una forma del famoso argumento ad hominem, un tipo de falacia consistente en dar por sentada la falsedad de un argumento en base a quién es la persona que lo emite, es decir, por medio de desacreditar al mensajero, en vez de al mensaje; en este caso, a la ortografía del mensajero en su mensaje. 

Semejante contraargumento para mí deja más en evidencia al crítico que al criticado, mostrando lo que parece una carencia de argumentos reales, además de una actitud despreciativa y elitista. 

Lo que más me fastidia de este comportamiento es que es sostenido incluso por mucha gente de izquierdas y anarquista. Por una parte, como acabo de decir, esta “burla” me parece en sí rancia y elitista: el objetivo de la lengua es la comunicación, no ganar una partida de Scrabble. La lengua es lo que los hablantes construyen, es una herramienta viva en constante evolución y crecimiento, no un manual cerrado de términos escritos y pronunciados como un grupo de estudiosos estipula que es correcto. Por supuesto, el establecimiento de una norma me parece una herramienta útil para facilitar la comunicación, pero no creo que sea una especie de deidad a la que respetar y repudiar a quienes no la alaben: quien quiera seguir la norma que otros marcan que la siga, quien quiera crear sus propias reglas o estilo o hacer cualquier tipo de modificación en el modelo estándar, que lo haga. Yo no tengo ningún problema con que alguien decida usar la k en vez de la q o con que hable como le dé la gana mientras lo entienda. Si no lo entiendo, igual que si me habla en una lengua que desconozco, le pediré si puede acercarse algo más al código que yo manejo para posibilitar la comunicación. Y si no puede o quiere hacerlo, simplemente no me comunico con esa persona, pues la comunicación es imposible: ya sea por la imposibilidad de conciliar los códigos (en el primer caso) o por la actitud del otro miembro (en el segundo caso). 

No obstante, a mayores de esto hay un elemento mucho más clasista y burgués, y es que en una gran cantidad de casos en los que se ridiculiza a otros por una “mala” ortografía, la burla es una crítica que se suelta de forma espontánea, sin pasarla por un filtro, es decir: pocas veces se tiene constancia y busca primero analizar la situación socioeconómica de quien comete las “faltas” por las que son ridiculizados, sino que la burla se dirige por igual a un occidental blanco y rico que a un mexicano pobre que a duras penas ha podido ir a la escuela. Que una persona se burle y humille a otra porque le guste vestir ropa vieja y rota es (entre otras cosas) ser entrometido e irrespetuoso, pero que se burle de alguien pobre que lleva esa ropa porque no puede permitirse nada mejor, es además del más rancio y acérrimo clasismo. Es idéntico a la actitud del capitalista más convencido que culpa a los pobres de su pobreza por “ser unos vagos”, y por tanto es algo totalmente impropio de gente que presuma de progresista.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Monogamia y poliamor, ¿nace o se hace?

Podemos entender el poliamor, al igual que la monogamia, de dos formas distintas: en tanto orientación refiere a la capacidad de sentir atracción “amorosa”, sexual, enamoramiento, etc por varias personas simultáneamente (que no que se esté dando necesariamente esa simultaneidad en el momento presente); y la monogamia como orientación refiere a la incapacidad de sentir esto: una persona monógama sólo puede enamorarse, sentir atracción “amorosa” y, teórica o al menos tradicionalmente, también sexual, por una sola persona a la vez. A nivel pragmático/social, el poliamor refiere a un/os tipo/s de relación/es en la/s que la libertad afectivo-sexual de todos los implicados no sea restringida, pero en la cual todos ellos estén informados de esta no-restricción y muestren su consentimiento. La monogamia, por su parte, referiría a un tipo de relación en la cual la libertad afectivo-sexual de ambas partes se restringe a su compañerx, si bien existen de forma más minoritaria variantes en que la sexualidad de una o ambas partes cuenta con menores niveles de restricción. 

Si bien la gran mayoría de las relaciones que se establecen son monógamas, dudo mucho que la mayoría de la gente lo sea, como muestran estudios y estadísticas. Sin embargo, la gente sigue estableciendo relaciones monógamas convencionales pese a sentirse atraída por varias personas simultáneamente, o pese incluso a poner luego los cuernos a su pareja. Las razones para hacer esto son variadas, si bien el condicionamiento y presión social tienen un gran peso. A veces también una de las partes de la pareja no quiere una relación monógama pero la otra parte sí, y la primera cede. Otras veces una o ambas partes de la pareja quiere libertad afectivo-sexual para sí misma pero no soporta que su compañerx la tenga, de modo que acepta restringirse él/ella a cambio de que también se restrinja la otra parte, “yo me jodo si tú te jodes”. 

Bajo mi punto de vista una relación poliamorosa es más “sana” que una relación (que no orientación) monógama, en tanto que la segunda es más restrictiva (igual que es más restrictiva una relación en que ambos cónyuges se prohíban pasear por el monte que otra en la que no, y en la que, por tanto, si alguno de los dos quisiera hacerlo tuviera que reprimirse o ir a espaldas de su pareja) y la represión amorosa y sexual es para mí algo negativo, y en tanto que la libertad que da una relación poliamorosa permite una mayor autonomía, una mayor seguridad en tanto que no tienes que temer que tu compañerx te deje por encontrar a otro, etc. No obstante, con esto no quiero decir que toda relación poliamorosa sea más sana que toda relación monógama: no hablo de casos particulares sino en términos generales y abstractos. Asimismo no quiero con esto decir ni mucho menos que las personas monógamas sean menos sanas que las poliamorosas: sentir atracción afectivo-sexual por una sola persona no tiene nada de represivo, al igual que no lo tiene sentir sólo atracción afectivo-sexual por personas del sexo contrario. Lo represivo es no sentirlo así pero imponerte ese límite, igual que sería represivo tener la capacidad de sentir atracción amorosa-sexual por individuos independientemente de su sexo o género pero limitarse sólo a mostrarlo y consumarlo con el sexo opuesto. 

Dicho esto, aclaro también que no me meto con cómo quiera cada uno vivir sus relaciones, ni voy por ahí intentando “poliamorizar” a la gente. Si acaso veo que algún amigx sufre por su forma de vivir esas relaciones puedo sugerirle algo al respecto, pero no trato de coaccionar o persuadir a nadie de nada. 

En relación con esto, me encuentro con gente que envidia a la gente poliamorosa pero considera que ellxs no pueden establecer esas relaciones, que no son capaces de no sentir celos, etc. Si bien no defiendo la idea de que todos seamos o podamos ser poliamorosos, o de que el poliamor sea lo adecuado para todo el mundo, sí creo que puede serlo para más gente de la que cree poder, si es que realmente quiere. 

Contrariamente a lo que alguna gente cree o incluso a lo que algunos poliamorosos difunden, no (siempre) se nace poliamoroso, ni se nace (en muchos casos) con una incapacidad total para sentir celos. En primer lugar, no considero que las emociones, orientaciones sexuales, sociales o lo que sea sean algo determinantemente biológico, sino que la cultura tiene en esto una influencia importante. En segundo lugar, prácticamente todos en esta sociedad somos educados para la monogamia, se nos cría desde pequeños en el ideal del amor romántico, aprendemos o reforzamos a través de todos los medios de comunicación a sentir celos, a considerar que el amor va irremediablemente unido a ellos y son algo incontrolable, a pensar que el “amor de verdad” sólo puede sentirse hacia una persona, que si tu compañerx quiere acostarse con otra persona o lo hace no te quiere, etc. Debido a esto, muchas personas actualmente poliamorosas o que lo serán se han sentido monógamas en algún momento, han establecido ese tipo de relaciones, han tenido celos y han albergado ese tipo de prejuicios del amor romántico, etc. 

Para mí este proceso fue algo parecido al veganismo/antiespecismo: primero, un día, empecé reflexionando y cuestionándome prejuicios sobre el trato hacia los otros animales / las relaciones de pareja; después busqué información, opiniones de otra gente, etc y mi oposición a lo que me habían enseñado se asentó más y volvió más sólida, por lo que decidí modificar gradualmente mis hábitos y forma de relacionarme, ya que no se correspondían con lo que consideraba correcto para mí. No obstante, casi una década y media de socialización especista y monógama habían calado muy hondo en mi subconsciente y emociones. Por tanto, no bastaba con rechazar racionalmente el especismo o la forma monógama de relacionarse para superar de un día para otro todo lo que me habían enseñado al respecto. La deconstrucción de esas ideas y la superación de esos prejuicios fue un proceso gradual y, entre ellos, también el control/superación de los celos. 

En mi opinión, la comunicación es un apoyo fundamental en ese proceso: el poder hablar con tu/s compañerx/s cómo te sientes al respecto, la sinceridad, el no ocultarse los encuentros y relaciones que se tengan con otra gente, el tratar el tema con naturalidad, etc. para ir cerciorándote emocionalmente, poco a poco, de que las otras relaciones no tienen por qué cambiar ni reducir el amor que sentís el uno por el otro, para ir superando juntos el miedo, las inseguridades y competitividad que surjan de esto, etc. Los celos, si los tienes, no desaparecerán de un día para otro sino que necesitas atreverte a admitirlos, comunicarlos y enfrentarte a ellos (como con el miedo). Es posible que nunca llegues a superarlos completamente, pero esto no significa que debas rendirte y dejar que ellos tomen el control de tu vida: los celos son sólo una emoción más, como todas aquellas con las que lidias diariamente (enfado, odio, frustración, calentón…). Admitirlos es un primer paso para derrocar el control que tienen sobre ti y pasar a ser tú quien los controla. 

No todo el mundo podrá sobreponerse a esto, pero todo el que quiera o envidie este tipo de relación puede al menos intentarlo. Y quizás, aunque tras eso decidas finalmente que el poliamor no es para ti, la experiencia te ayude en tus futuras relaciones monógamas a llevarlas con mayor libertad, seguridad y honestidad.